Quiero levantar una protesta contra las personas que no respetan la integridad del postre ajeno, esas personas que al preguntarles que quieren, te contestan: nada, cualquier cosa te robo un poco a vos. No es un acto de avaricia ni egoísmo, es solo una grito desperado, de placeres mutilados al pasar por una simple frase con piel de cordero.
El simple hecho de tener que resignar un exquisito pedacito de esa torta de chocolate que te pediste o ese helado cremoso que te mira desde la mesa, me parece un atropello atroz realizado bajo el amparo de quien sabe que atenuante. No quiero medio alfajor, ni tres cuartos ni ocho novenos, quiero el 100% de la superficie de ese exquisito manjar que vengo saboreando en mi cabeza aún antes de terminar la comida.
La usurpación termina rompiendo la magia de un momento en el que no existe nada más y te obliga vilmente muchas veces a repetir, agregando mas calorías a tu ya desbalanceada dieta. El incremento de grasas se va directo a tu panza, cae tu autoestima, comienzan los problemas de salud y seguramente debas comenzar a ir al psicólogo para tratar los desbarajustes provocados por la pérdida. Ya tu vida no es la misma, te sentís mas irritable, comenzás a sentirte diferente… y todo por ese humilde pedacito que con la mejor cara de nada arrebataste de mis manos.
Por eso, la próxima vez que me quieras robar un pedacito de mi postre, piénsalo dos veces: la sociedad ya está tomando conciencia ¡!!!
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