viernes, 29 de abril de 2011

Determinación propia o suerte

Siempre me pregunté como es que uno llega a ser la persona que es. Cuanto de lo que somos es por determinación propia y cuanto simplemente por una cuestión de suerte? Desde que nacemos estamos de alguna manera condicionados por el entorno (el lugar donde nacemos, la familia que nos toca, nuestros grupos de afinidad) y luego empiezan a pesar las experiencias que nos tocan vivir y las decisiones que tomamos en base a ello. En todo este proceso se va formando la personalidad y nuestra visión del mundo, lo que sin duda influye sobre las decisiones futuras.

Decidir implica de alguna manera hacerse cargo y asumir riesgos, pero lo que resulta difícil es tener la capacidad para pensar mas allá de nuestras experiencias/realidades y romper las limitaciones que nos auto-imponemos.

Me pregunto entonces nuevamente: Hasta donde se puede llegar? Somos capaces por nosotros mismos o necesitamos de alguien que nos ayude a ver desde otro lado? Creo que a veces hay cosas que realmente no podemos llegar a hacer y a veces simplemente nos auto-boicoteamos. La visión externa puede ayudar entonces para reconocer la diferencia, pero de alguna manera hay que tener esa cuota de fortuna para que esa persona esté en el momento justo y la voluntad para aceptar su mirada (determinación y suerte).

Y como padres? podemos/debemos interferir en las experiencias de nuestros hijos, aunque sea para acompañarlos en el proceso de ayudarlos a pensar y tomar postura, o realmente somos un condicionante mas y solo trasladamos nuestra visión del mundo? La mejor respuesta la encontré en este poema que me pasaron:

Nuestros hijos no son nuestros hijos,
son los hijos y las hijas de la vida que se llama a sí misma.
Vienen a través de nosotros, pero no de nosotros.
Y aunque viven con nosotros, no nos pertenecen.
Podemos darles nuestro amor,
pero no nuestros pensamientos,
pues tienen sus propios pensamientos.
Podemos acoger sus cuerpos, pero no sus almas,
porque sus almas viven en la mansión del mañana,
que ni aún en sueños podemos visitar.
Podemos esforzarnos en ser como ellos,
pero no intentar hacerlos como nosotros,
porque la vida no da marcha atrás,
ni se detiene en el ayer.
Somos los arcos que disparan a nuestros hijos,
como flechas vivas.

Khalil Gibran,
Poeta místico Libanés


En definitiva siempre hay un poco de las dos. Lo que está claro es que no debe ser lo mismo nacer en Buenos Aires que en algún lugar extremo, como los de este video. Mientras tanto tiro la moneda al aire y camino hacia delante.


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