jueves, 17 de marzo de 2011

Las agujas corren, el viento sopla y uno es tan solo dueño de sus pasos

Soy el presente de un ayer con pretensiones y deseos. Soy la realidad de los deseos incumplidos, las decisiones tomadas y las oportunidades perdidas. Pero también soy un presente de un mañana que será hoy cuando la arena caiga y de mi depende hacer el viaje placentero. Tal vez no pueda evitar los malos momentos, ni sentir dolor, pena o miedo, pero sí puedo intentar disfrutar de los pequeños momentos que hacen que la vida sea hermosa.

Vivir de momentos es vivir. Mirar el sol reflejarse en el mar, caminar por una playa solitaria con el viento en el rostro, sentir la lluvia caer fresca sobre tu cabeza, escuchar el canto de los pájaros, la risa de un bebé, acostarse en el pasto a mirar las estrellas, disfrutar de un silencio, la calidez de un abrazo sentido, ver el vaivén de las llamas de una fogata jugueteando con la brisa. Uno a veces se pasa el tiempo lamentando y cuando queremos acordarnos sólo nos queda pasado.

El futuro es la semilla de nuestra inseguridad y el alimento de nuestra esperanza, paradoja que hace de nosotros felices y desdichados al mismo tiempo en una conjunción que se llama vivir. Vivir es dominar nuestros miedos y perseguir aquello que deseamos, enfrentándonos a un bamboleo que es tormenta o simple chaparrón camino a un día mejor. El futuro es un hoy que todavía no he enfrentado y es ayer si no es guiado por sueños y esperanzas

Futuro incierto que guarda en su misterio la mejor de las razones para seguir avanzando. Futuro temido que depara pesares pero también alegrías. Futuro esperado que es tan solo el camino que a mi paso me surco. Futuro, nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo, todo depende de cómo sujetemos el timón.




Un agradecimiento a la Lectora en la ciudad (http://www.lalectoraenlaciudad.blogspot.com/) por las revisiones que me ayudan a ir mejorando con el tiempo.

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